Reflexiones sobre la crisis en Ucrania

En los últimos años, me habéis pedido en varias ocasiones que exprese mi opinión sobre la guerra en Ucrania y el envío de armas. He decidido finalmente cumplir con vuestras peticiones… de alguna manera.
Primero, sin embargo, es apropiado explicar por qué esto no ha sucedido hasta ahora (y tampoco sucederá realmente aquí). Y la razón es simple: mi opinión sobre este tema no tiene mérito, poder ni influencia en la cuestión. No me interesa a mí, ni a quienes tienen el poder de decidir, mucho menos a los habitantes de Kiev o Moscú. Sería solo un buen ejercicio para mis dedos en el teclado y una participación en una disputa provincial entre seguidores y detractores.
Y, sin embargo, podría, si lo deseáis… ¿por qué no?, con una buena dosis de presunción, suponer algo sobre cualquier asunto.
Podría, por ejemplo, suponer que muchos de los que están luchando en este momento se ven obligados a hacerlo, y que muchos otros en el campo creen en su causa.
Podría suponer que algunos ucranianos se sienten rusos y que algunos rusos se sienten ucranianos.
Podría suponer que hay miembros en los gobiernos que decidieron la guerra porque tenían intereses en ello, que otros miembros no estaban de acuerdo pero votaron a favor, y que otros no la querían en absoluto.
Podría suponer que la OTAN no esperaba una reacción rusa, que Rusia no esperaba una resistencia ucraniana, y que Ucrania no esperaba todo esto al intentar sofocar sus regiones rebeldes. Y así, en esencia, que nadie entiende realmente nada en esta Historia que siempre se escribe sola a través de sus actores.
Luego, de un tirón, también podría suponer que:
Ucrania no tenía posibilidades de victoria, que el envío de armas solo prolongó su sufrimiento, que el costo de la guerra disuade a China, Irán y Estados Unidos de actuar como Rusia, y que las lecciones siempre las aprenden solo aquellos que desean aprenderlas, que el fin de la guerra es tarde o temprano seguro, y que es igualmente probable que el costo de vida de un ciudadano occidental común siga aumentando año tras año.
Finalmente, podría suponer que ninguno de nosotros irá a luchar, que si alguien quisiera ir o no ir, tendría sus razones profundas y valientes, y que si algún día me obligan a mí o a otros a partir en una cruzada contra nuestra voluntad… me encontraréis entre los partisanos en los bosques… escuchando voces que afirman entender más que las demás.
En una dulce historia del Medio Oriente, un alumno preocupado le preguntó una vez a un sabio Maestro: «¿Qué podemos hacer respecto a este mundo contaminado, corrupto y desesperado?»
Y él respondió: «Cuando algo está a punto de morir, necesita tus gracias, no tus disculpas. Cuando algo está a punto de nacer, necesita tu amor, no tu opinión. Y algo siempre está a punto de morir, mientras que algo más está a punto de nacer.»
Un abrazo humano
P.D. Para aquellos que hoy sientan la necesidad de entrenar con el teclado, los «poderosos» han creado el espacio aquí abajo…
